El corazón del presidente de honor del COI dejó de latir, agotado después de 89 años de intensa actividad.
«Se ha ido tranquilo. Ha tenido una buena muerte», recordó su hijo
A los 89 años y víctima de una parada
cardiorrespiratoria, la vida del ex presidente del Comité Olímpico
Internacional, Juan Antonio Samaranch, se agotó ayer en la clínica
Quirón de Barcelona, donde fue ingresado el domingo por la tarde tras
sufrir una insuficiencia coronaria aguda. A pesar de que el máximo
responsable del deporte mundial durante 21 años (1980-2001) entró por
su propio pie en el centro hospitalario, a la media hora de su ingreso
sufrió un shock que ya le dejó en estado crítico.
Sobre las 13.25 horas de ayer y tras padecer un nuevo
ataque, en este caso irreversible, según los médicos, el corazón de
Samaranch dio su último latido y puso punto final a una trayectoria que
le deja con la satisfacción del deber cumplido, según él mismo calificó
en una entrevista de hace una semana en TV-3. «He trabajado por mi
país, he hecho lo que he podido, a veces te equivocas, pero me voy
tranquilo», sentenció, muy consciente de que su final estaba muy cerca.
Sólo le quedó un trabajo por concluir, se lamentó: conseguir que Madrid
organice unos Juegos.
A los pocos minutos de conocerse la trágica noticia, el
centro hospitalario fue un continuo ir y venir de personalidades de la
política, el deporte y la sociedad civil barcelonesa, eternamente
agradecidos con Samaranch por su vital contribución a que la capital
catalana acogiera unos Juegos olímpicos en 1992. Su ya célebre frase
cuando el COI adjudicó la sede olímpica a Barcelona, «A la ville de
Barcelone», pronunciada en Lausana en 1986, ha quedado grabada en el
corazón de los barceloneses que recordarán siempre al hijo de un
industrial textil como el hombre que puso a su ciudad y a su país en el
mapa de la primera división del deporte mundial.
Abatidos y compungidos se presentaron en el hospital sus
dos hijos, María Teresa y Juan Antonio, presidenta de la Federación
Española de Deportes de Hielo y vicepresidente de la Federación
Internacional de Pentathlón Moderno, respectivamente. Ambos estuvieron
al lado de su padre, sedado e inconsciente desde el domingo, en sus
últimas horas. Fue su hijo quien recordó la figura de su padre y el que
escribió su obituario: «A los 90 años, con una carrera y una vida
llena, irse sin sufrir y sin hacer sufrir forma parte de todo un estilo
de vida. Se ha ido tranquilo: ha tenido una buena muerte».
Vio ganar a Nadal
Fue además su hijo Juan Antonio quien relató que el
domingo, después de ver la final del torneo de tenis de Montecarlo,
ganada por Rafael Nadal, se puso «muy contento por su triunfo» y que a
los pocos instantes empezó a sentirse mal, por lo que decidieron
llevarle al hospital. Samaranch tenía problemas de salud desde el 2001,
año que abandonó el COI, y en nueve años había sufrido otros cuatro
ataques más.
El Pierre de Coubertin del olimpismo moderno, como será
recordado en el mundo del deporte, se casó en 1955 con María Teresa
Salisachs y en el año 2000 enviudó. Su pareja sentimental actual,
Lluïsa Sallent, llegó a primera hora al centro hospitalario y sus
palabras ya hacían presagiar lo peor. «Está muy mal», dijo.
Una de las primeras personalidades que se acercaron
hasta el centro hospitalario fue el ex presidente de la Generalitat y
ex alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, el hombre que trabajó codo
con codo con Samaranch para conseguir organizar, según diría años
después, los mejores Juegos de la historia.
La familia dio a conocer cuáles serán las exequias que
recibirá el español que más alto rango mundial ha ocupado nunca. Hoy a
las diez de la mañana, el féretro quedará instalado en el Palau de la
Generalitat -lugar reservado para las personalidades que han recibido
la Medalla de Oro de la Generalitat-, donde se celebrará una pequeña
ceremonia, presidida por el president José Montilla y el presidente del
COI, Jacques Rogge.
La capilla ardiente quedará abierta al público hasta las
cinco de la tarde, momento en que una representación de deportistas que
han tenido una vinculación personal con Samaranch portarán su féretro
hasta la Catedral de Barcelona, muy próxima al Palau de la Generalitat,
donde se oficiará una hora después la misa funeral.
Se despedirá casi con honores de altísimo mandatario a
un líder que marcó un antes y un después en el deporte mundial desde su
elección para dirigir el COI poco antes de los Juegos de Moscú'80. Nos
deja un tipo que supo luchar como un gigante contra vientos y mareas y
se gustaba en las distancias cortas. Con frecuencia, salía de la clase
'bussines' de los aviones para 'lidiar' con los periodistas sin
cámaras, ni boato.
Señalado tras los escándalos de sobornos y corrupción de
Salt Lake City, impulsó medidas regeneradoras pero fue invitado a no
presentarse en el 2001. Fue nombrado presidente de honor vitalicio.
Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, posee
también el Collar de la Orden de Isabel la Católica, la más alta
distinción del Estado español.TOMADO DE: www.larioja.com

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