La
actuación de Perú en la Copa América deja varios aspectos positivos,
sin caer en el triunfalismo. El criterio de Sergio Markarián para tomar
ciertas decisiones ha allanado el camino para la selección con miras al
partido del sábado.
NO HAY QUE HACER OTRO AUTOGOL. Sí, estimado lector,
probablemente a todos los peruanos que estaban presenciando el partido
contra Chile, les dolió perder aquel encuentro de manera tan ridícula -y
tan acostumbrada-: autogol al último minuto. Sin embargo, en aras de
respaldar este proceso, que aquel balón haya chocaco en André Carrillo
debe quedar en la anécdota y no ser un punto de juicio sobre el trabajo
que viene haciendo Sergio Markarián. Lo importante en este momento es
separar lo emocional de lo racional y analizar los temas que si merecen
una reflexión más que el resbalón de Christian Ramos o las dudas de
Salomón Libman.
LA MESURA HIZO LA FUERZA. En el minuto 89 del
Paraguay-Venezuela, Perú quedaba como mejor tercero y Venezuela
clasificaba como segundo mejor tercero. Luego, a los 90’, el gol de
‘Miku’ Fedor cambió los roles de ambas selecciones en la clasificación.
Finalmente, el cabezazo de Grenddy Perozo en la agonía del partido
decretó a la ‘Vinotinto’ como segundo, devolvió a Perú a su posición
original y a Paraguay lo definió como el otro tercero clasificado. Por
todo ello, es elogiable que Sergio Markarián haya decidido guardar 9
jugadores para el partido de cuartos, mientras otros especulaban si iban
jugar con el primero del B o el segundo mejor tercero del Z. Perú
cosechará el sábado algún tipo de fruto, por mínimo que sea, por haber
hecho el mejor de los cálculos previos, ya que Markarián entendió que no
había forma de estimar con quién jugaríamos así que hizo lo mejor que
estaba a su alcance: reservar fuerzas, que es algo que iba a servir para
jugar contra Colombia, Argentina, Brasil o Marte.
UNA DERROTA QUE NO RESTA. Aún sin aquella jugada
desafortunada de Carrillo, Perú habría terminado como mejor tercero
debido a los resultados que se dieron después. El rival en todos los
casos termina siendo el mismo: Colombia. Nadie va a negar que los
cafeteros son un rival durísimo -vaya si no lo hay en esta Copa-, pero
no es el anfitrión que va a enfrentar Uruguay. Pero más allá de los
números, que van al baúl de la estadística, lo más rescatable del
encuentro no son las gambetas ni los yerros de Josepmir Ballón frente al
arco rival, sino que el partido permitió que Perú logre algo que hace
mucho no conseguía: mantener una idea de juego más allá de los nombres.
Cambiaron nueve y la propuesta se mantuvo inalterada, algo impensable,
por ejemplo, en el "proceso" Del Solar.
PRIMER ACTO DE MAGIA. Lo que se destaca
principalmente de Sergio Markarián es su racionalidad y toda la de su
comando técnico. El ‘Mago’ tiene razón total al molestarse con la prensa
chilena por lo del “ratoneo” y los rótulos que son absurdos en una Copa
en la que los que atacan con tres, como Brasil, Argentina o Uruguay,
sufren para ganar, y más bien los que atacan con uno, como Colombia o
Venezuela, son contundentes. Más allá de las razones tácticas para la
funcionalidad de una u otra propuesta, es mezquino criticar a técnicos
que buscan construir equipos de atrás para adelante sabiendo que, en
toda su historia, sus falencias han estado en la zona posterior. Que las
figuritas no brillen y los grandes no goleen no es excusa para señalar
con el dedo y ser categóricos -pecado en el fútbol- con los
entrenadores.
SEGUNDO ACTO DE MAGIA. Haya sido visceral o
cerebral, todo la bullagan que armó el ‘Mago’ por lo del “ratoneo” tuvo
un efecto colateral positivo para el entorno de la selección. La
explosión de Markarián en la conferencia de prensa sirvió para desviar
toda la atención de la prensa hacia él y evitó que los criticones de
siempre estén estos tres días rajando de Carrillo, bajoneando a Corzo, y
molestando a Libman. Dicho sea de paso, parece que, para algunos
periodistas, el único demérito de jugadores como el mencionado Corzo o
Renzo Revoredo sea el hecho que no son aquellos peloteros de barrio,
humildes, etc. Para ellos, el único que valió en el partido ante Chile
fue Willian Chiroque -más allá del altísimo nivel del ‘Periquito’- por
su alma de gambetero. En fin, lo de Markarián, queriendo o sin querer,
fue una jugada maestra.
HACIA ARRIBA NOMÁS. Dentro de todo, lo más
importante de esta primera fase es que el fútbol peruano ha comenzado a
recuperar el respeto internacional que había perdido ya del todo con la
humillante campaña de la última Eliminatoria. La oncena nacional ha
comenzado a sonar en todas las cadenas grandes y si bien eso no asegura
el éxito, si habla de un buen trabajo con algunos resultado. Y puede
seguir recuperándose aquella imagen más ahora: todo lo que queda es para
sumar, no hay opción de que nada reste.
TOMADO DE: http://dechalaca.com
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