Estoy plenamente seguro que mi
sencilla amistad, siempre lo brindo a la persona sin tener en cuenta su edad,
profesión, posición económica o cargo circunstancial que ocupa; del cual muchos
se cuelgan buscando un interés personal; tal como lo pude comprobar al cruzarme
hace poco en una concurrida calle, con uno que gritó a los cuatro ventarrones
ser mi “amigo”; pero hoy como no puedo florearlo o destacar su labor dentro de
las canchas en medios de comunicación masiva, simplemente pierde tiempo
conmigo; qué penita… Yo también podría decir lo mismo; cuando más tarde no sea
tomado en cuenta por su avanzada edad; por lengua suelta, egoísta, soberbio,
autosuficiente y de yapa “dobla codo”; para mostrarse en nuestras acostumbradas
pichanguitas de barrio y claro también las oficiales, donde siempre sacaba
pecho al final de la complicada faena; yo siempre lo consideraré como mi carnal
porque me sirvió de ejemplo e inspiración, por no decir de material para
cumplir con mi material periodístico cuando más lo necesitaba en mi difícil
superación; pero como en esta vida todas las cosas positivas que uno hace, me
siento satisfecho y complacido con la amistad de seres humanos cargados de
tolerancia, gratitud, comprensión, lealtad dispuestos a compartir su gran
talento y experiencia en las futuras generaciones; así hayas invertido toda tu
fortuna, esa que no servirá de nada al momento de partir hacia la eternidad;
aunque a decir verdad en ese momento todos fueron muy buenos en su paso por
éste mundo… Me sumo a las felicitaciones que viene recibiendo Danyer Valencia;
hombre de lucha y espíritu de superación
mostrada en el último examen realizado en Lima para el ascenso o permanencia en
la categoría en la difícil profesión del arbitraje; hago extensivo también mis
congratulaciones al Profe “Wicho” Aroapaza.
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