Hace poquito nomás de curioso
ingresé al Auditórium Edil donde se desarrollaba, para mí una excelente charla
de Psicología a cargo de una importante minera que pronto operará en la región;
el tema era sobre alcohol, drogas y violencia, flagelos que tomaron cuerpo en
nuestro deporte; aunque muchos no lo crean pero así es… Si bien es cierto no
señalaré con el dedo acusador, tampoco tengo las pruebas fehacientes que me
permita despacharme sin medir las consecuencias y el grave daño que causaría a
la familia, que deben sentir mucha impotencia para sacar del hoyo a sus seres
queridos, que seguramente por curiosidad empezaron a consumir estupefacientes,
beber licor detalle que se acostumbra después de las pichanguitas entre patas o
también oficiales; para variar muy cerca de los escenarios deportivos o que
alguien me desmienta… Considero que las actitudes violentas, también es
preocupante más aún se estas se realizan en presencia de niños y jóvenes, los
cuales sin reparo alguno lo ponen en práctica, como que si fuera algo normal
sin que nadie ponga algo de freno y cuando se hace ponen el grito en el cielo;
sin tener en cuenta las Reglas de Juego, las mismas que son difíciles de
cumplir, si lo sabré yo que; al menos intento… Con tan solo escuchar un par de
minutos al expositor, bastó para darme cuenta de mi personalidad negativa que a
veces no me deja ser amable y respetuoso con mis semejantes; peor si al rival
lo enfrento en una insana competencia, muchas veces considerada de “vida o muerte”,
sin darme cuenta que la amistad debe prevalecer, antes de “romperle” las
canillas de un solo trancazo al oponente; ni hablar de los insultos en todas
sus formas, como que nadie, absolutamente nadie se da cuenta; para colmo aducen
que nada hicieron y por gusto son sancionados; en vez de reconocer sus faltas.
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